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El Dinero y los Precios




La historia económica de la Europa del siglo XVI esta marcada, al mismo tiempo, por la entrada de grandes cantidades de oro y plata provenientes de el Nuevo Mundo, y por el aumento sostenido de los precios. A Jean Bodin le corresponde el mérito de haber relacionado por primera vez ambos fenómenos y, mas concretamente, de haber identificado el primero como la causa del segundo. En los albores del siglo XVI, por razones obvias, los aumentos de precios se produce primero en España y con el tiempo se haran notar en Francia donde la inflación se acelera hacia 1550 y se dura hasta 1690. Todo esto coincide con otro hecho importante: en Europa circulan muchas monedas de dudoso valor. Esto servira para complicar el diagnóstico sobre la verdaderas causas de la inflación; problema en el que se centrara una de las primeras controversias económicas.


En 1563 la Chambre de Comptes de París, movida por el deseo de averiguar las causas del aumento sostenido de los precios, encarga a uno de sus miembros, M. de Malestroit, la elaboración de un informe que sera publicado con el título de Les Paradoxes sur le faict des Monnoyes (1563). ¿Cuales son las paradojas de Malestroit? En primer lugar, la inflación que a todos parece algo tan evidente es, para el autor del informe, algo completamente ilusorio. Según Malestroit, la pérdida de poder adquisitivo del dinero en circulación es completamente imputable a la disminución del contenido metalico de la unidad de cuenta.  Este autor se empeña endemostrar que, aunque los precios nominales aumenten, la relación de intercambio entre cada uno de los bienes y el oro y la plata, ha permanecido estable. De modo que la 'carestía' sería una ilusión: efectivamente quien compra da mas escudos, soles o libras a cambio de los mismos bienes, pero no da mas oro o plata. Malestroit concluye entonces que, para evitar esta inflación de unidades de cuenta, lo único que hace falta es aplicar la ortodoxia monetaria de la época manteniendo constante el contenido metalico de las monedas. Malestroit subraya, con su segunda paradoja, que aferrarse a los valores nominales sin tener en cuenta el contenido metalico de las monedas es arriesgarse a sufrir pérdidas de capital; él piensa, con razón, que el rey que percibe sus ingresos en monedas depreciadas no recibe por lo tanto la misma cantidad de oro y de plata que sus predecesores.


Jean Bodin contestara a tales ideas en su Response aux Paradoxes de M. de Malestroit (1568). Su crítica es, en primer lugar, empírica y, a continuación, teórica. Según las cifras de Bodin, El aumento de los precios de los bienes esenciales (el trigo, la tierra, las viñas, las frutas, etc) es muy superior a la depreciación de las monedas. La inflación no es entonces solamente 'nominal' (en unidades de cuenta), sino también real (de los precios en términos de oro y plata). Una vez demostrado que la inflación no es una ilusión, Bodin pasa a discutir sus causas. Para él, la causa principal es la abundancia de oro y de plata. El mayor crecimiento de laoferta de metales preciosos en relación con la oferta de los demas bienes, disminuye los precios relativos del oro y la plata con respecto a los demas bienes, o, en otros términos, aumenta los precios de los bienes en términos de oro y plata. El nivel general de precios (el inverso del valor del dinero), se relaciona entonces directamente con la cantidad de oro y plata existente en el mercado.
¿Podemos considerar que esta explicación descansa sobre lo que mas tarde se denominara la teoría cuantitativa del dinero? En un cierto sentido sí, ya que el nivel de precios se relaciona con la cantidad de dinero y en esta idea hay una teoría monetaria de la inflación. Sin embargo, también hay que subrayar que otras ideas esenciales de la teoría cuantitativa estan ausentes en el pensamiento de Bodin. Este es el caso, en primer lugar, de la secuencia oferta excedente de dinero, demanda excedente de bienes, inflación y, en segundo lugar, de la proporcionalidad supuesta entre el nivel de precios y la cantidad de dinero. El razonamiento de Bodin, en definitiva, no es mas que un resultado, avanzado para su época, de la aplicación de un modelo oferta-demanda a una mercancía particular: el dinero.
A continuación, Bodin analiza las causas del aumento de la cantidad de dinero. El origen esta en la balanza comercial; el comercio exterior de Francia con España es fuertemente superavitario y ello se traduce en la importación neta de oro y plata. Ademas estan las transferencias de los numerosos franceses que encontraron fortunaen España y la entrada de capitales de los numerosos banqueros extranjeros que se instalaron en la Francia de la época. Aunque lo esencial del analisis de Bodin se encuentra en el mecanismo monetario, el autor añade otras causas del aumento de los precios, entre las que se cuentan: el despilfarro que resulta de la moda que crea demandas artificiales y cambiantes, el desarrollo de las exportaciones que reduce la oferta interior, los monopolios y las alianzas que frenan la competencia y, finalmente, los príncipes cuyos gastos son excesivos.


Las consecuencias practicas de todo el analisis de Bodin son, sin embargo, un tanto deprimentes. Para el autor, en primer lugar, resulta muy difícil luchar contra las causas secundarias de la inflación. En cuanto a la causa principal, el exceso de dinero, el autor no hace mas que dejar constancia en su razonamiento las contradicciones del pensamiento mercantilista. Acaso el oro y la plata no son la riqueza del reino; puede ser que la inflación sólo sea el precio a pagar por la prosperidad de los negocios. De todos modos, el exceso de dinero es claramente preferible a la escasez monetaria de los años anteriores. Carece de sentido embarcarse en una política de deflación imposible, por otra parte, de poner en practica si se desea seguir comerciando con el exterior. Bodin, en consecuencia, no va mas alla de oponerse a las manipulaciones monetarias, y expone con convicción pero sin originalidad las ventajas de una moneda cuyo contenido metalico sea estable.
El gran aportede Bodin no es practico sino teórico. Desde entonces, la relación positiva entre la abundancia monetaria y los precios sera parte del acervo común del mercantilismo. Esta idea se integra en una visión general del dinero que se resume en la obra de Davanzati. El dinero, para este último autor, es unidad de cuenta, medio de pago y reserva de valor. Como medio de pago y reserva de valor es, al mismo tiempo, vehículo de las transacciones y poder de compra y, en consecuencia, constituye la esencia de la riqueza. Para que la mala moneda no desplace a la buena, el príncipe debe resistir la tentación de depreciarla; no obstante, como un subproducto no deseado, la abundancia de dinero hace aumentar los precios.

El Dinero y la Tasa de Interés. Por encima de todo, para los mercantilistas la abundancia de dinero tiene una ventaja indudable: permite la disminución del tipo de interés. Los argumentos se encuentran expuestos con claridad en la obra de T. Culpeper (1578-1662) y particularmente su Traite Contre L'Usure (1621). Cuando el tipo de interés es alto, los mercaderes mas afortunados se retiran, ya que para ellos es mas seguro y mas rentable prestar el dinero que dedicarse directamente a los negocios. Los negociantes jóvenes y endeudados se ven conducidos a la ruina o desmotivados, ya que lo esencial de sus beneficios sólo sirve para cubrir el servicio de los préstamos. De la misma manera, y esto es lo mas importante para Culpeper, las inversiones agrícolas disminuyen y el valor de la tierra cae abrúptamente.Sin duda este razonamiento, y no es el primero que mencionamos de ese tipo, tiene un cierto sabor keynesiano. El tipo de interés es el rendimiento mínimo requerido por la inversión; si dicho mínimo es muy alto, numerosos proyectos se convertiran en no rentables y seran abandonados; en tanto que, por el mismo motivo, se retiraran los capitales ya comprometidos. Abandonar los negocios se hace mas interesante que dedicarse a ellos; como la inversión es cada vez menos rentable, se corre el riesgo de que los créditos terminen financiando en mayor proporción los gastos de consumo.
Una baja tasa baja de interés es considerada entonces algo favorable al comercio. Pero esa es sólo una condición necesaria y no suficiente para la prosperidad de los intercambios. Thomas Mun, se encargara de señalar con justicia, que un tipo bajo de interés puede no ser mas que el reflejo de un comercio deprimido y en consecuencia de una baja demanda de capitales. Con esta excepción, los mercantilistas piensan que una baja tasa de interés es el resultado de la abundancia monetaria. Muchos años mas tarde se descubrira que todo el argumento para defender esta conclusión esta basado en la incapacidad de distinguir entre el concepto de dinero, el de capital y el de fondos prestables. A riesgo de simplificar, podemos decir que, para los mercantilistas, esos tres conceptos distintos se funden en una y la misma cosa: la riqueza (influencias teológicas aparte). Si la nación posee mucho oro y plata ( es decir, dinero), la inversión seraabundante (acumulación de capital), y el crédito barato (fondos prestables).
Pero, ¿qué debe hacer el gobierno si se encuentra con una situación de escasez monetaria? Si eso ocurriera la ley debe suplir al mercado. Culpeper, por ejemplo, pide que se limite severamente el tipo de interés autorizado con el fin de poder competir con los holandeses que se benefician de tasas mas bajas que los ingleses. La exigencia de un respaldo legal es, con una frecuencia comprensible, la única respuesta de los comerciantes en el conflicto que les enfrenta al poder financiero. Ambos intereses, los del banquero y el mercader, son claramente contrapuestos y los mercantilistas se preocuparan por distinguir con claridad entre la tasa de interés (legítima) y la usura (abusiva); una distinción artificial que sólo es un síntoma de las limitaciones del analisis.

El Dinero y la Balanza Comercial. En el siglo XVI, el pillaje de los tesoros y la explotación de las minas del llamado Nuevo Mundo, constituye para Europa la fuente esencial de metales preciosos. España y Portugal, como puertos destacados de entrada, fueron también la cuna de los primeros autores bullionistas quienes se empeñaron en defender que el oro y la plata deberían permanecer dentro de las fronteras del reino. Por eso fueron también los países mas intervencionistas. Para los países que no contaron con la suerte de tener un acceso directo a las fuentes de metales preciosos, la única forma de conseguirlos estaba en los excedentes de la balanza comercial. Como afirmaMontchrestien: 'necesitamos del oro y la plata y no teniéndola de nuestro cuño, debemos conseguirla de los extranjeros'(Traité). En suma, como el oro entraba en España y Portugal, era necesario que los déficit comerciales lo hicieran salir.
En un primer momento, el saldo favorable de los intercambios comerciales se consiguió mediante una política de prohibiciones, restricciones y controles. Prohibiciones de exportar metales preciosos, obligación de cada mercader de exportar primero para importar después, tentativas de establecer controles burocraticos y restricciones administrativas adicionales (gracias, por ejemplo, a la Office of Royal Exchange en Inglaterra), etc.
Sin embargo, en el siglo XVI, la explosión de los intercambios internacionales debilitara progresivamente la eficacia de tales disposiciones. La emergencia de un mundo financiero especializado, la generalización de las letras de cambio, los privilegios acordados a las grandes compañías (entre ellos el de exportar oro) y, de un modo general, la imposibilidad material de controlar unos flujos comerciales siempre crecientes, son todos procesos que terminaran por arruinar el poder de la administración. Así se impone la idea de que, si el comercio es deficitario, el oro saldra inevitablemente del reino .
En consecuencia, ¿cómo evitar la salida de oro ¿qué hacer si el desarrollo del comercio agrava y convierte el problema en algo crucial?. Alrededor de estas cuestiones generales se enfrentaran G. Malynes, Edward Misselden (1603-54) yThomas. Mun en una de las controversias mas fructíferas de la historia del mercantilismo.
Con la crisis comercial de los años 1620, aparece en Inglaterra una generación de autores bullionistas de la que Gerald Malynes es el representante mas importante. Malynes buscó la razón del déficit comercial en los mecanismos de cambio (de acuerdo con la tradición bullionista). Su razonamiento es, a grandes rasgos, el siguiente. En un sistema de dinero mercancía, la paridad viene dada por el contenido metalico respectivo de las distintas monedas y el tipo de cambio debe ajustarse a allo (es, por supuesto, una cuestión de equidad, lo otro sería un fraude). La paridad de las monedas asegura el equilibrio en los flujos de dinero, ya que una vez alcanzado el tipo de cambio adecuado, según nuestro autor, no se producira ningún movimiento de dinero, ya que no existira la posibilidad de obtener ganancia alguna del intercambio de monedas o mediante la exportación o importación de especies.


Ahora bien, las monedas inglesas se encuentran subvaloradas: su precio se sitúa por debajo de la paridad y, precisamente por eso, se pueden obtener ganancias exportandolas; eso precisamente explicaría la salida de oro. La salida de oro, por su parte, hace bajar los precios en Inglaterra y los aumenta en el extranjero, con lo que se degradan aun mas los términos de intercambio britanicos. La gran hipótesis implícita de Malynes es que las funciones de demanda, tanto doméstica como extranjera, son inelasticas a los precios. Por eso puede decirque el resultado sera un déficit en el valor de los intercambios de las mercancías que, ademas, constituye la contrapartida contable de la salida de dinero. Por todo eso, Malynes concluye, 'el abuso del tipo de cambio', es decir la sobrevaloración de la moneda inglesa, es la causa del déficit comercial.
Por supuesto, Malynes no es tan ingenuo como para desconocer que si hay déficit en los intercambios sera inevitable la salida de dinero. Su explicación es la siguiente: 'el déficit comercial crea una demanda excedente de créditos sobre el exterior para reglarlo, esto hace aumentar el precio de las letras de cambio sobre el exterior y en consecuencia bajar el tipo de cambio. Puede ocurrir que éste baje hasta el punto en que resulte menos costoso reglar el déficit directamente en oro, con lo que se alcanza el punto de salida del oro'. En este mecanismo los intermediarios financieros, que venden créditos sobre el exterior, tienen interés en venderlos caros. Acelerando entonces la depreciación y la salida de metales preciosos. Pero, aunque el segundo mecanismo refuerza al primero, no es la causa del déficit. Esta se encuentra, como hemos dicho, en el 'abuso del cambio' y Malynes lo resaltara con vehemencia: 'así, vemos claramente que el desequilibrio de los bienes se debe al abuso del cambio que gobierna las monedas, que son a su vez las que gobiernan los bienes' (El Centro del Círculo del Comercio, 1623, cap.3).
Las conclusiones políticas de Malynes se deducen directamente: hay que retornar a un estrictocontrol de cambios, la Office of Royal Exchange debería supervisar todos los intercambios y prohibir las transacciones que no respeten la paridad. Los intereses de los mercaderes y comerciantes deben supeditarse al interés general.


Contra este analisis reaccionaran E. Misselden y T. Mun. Basicamente, estos dos últimos autores invierten el razonamiento de Malynes para rebatirlo; es decir sostienen que son los movimientos comerciales los que causan las variaciones del tipo de cambio y de los flujos monetarios.
Misselden, en Free Trade or, The Meanes To Make Trade Florish. Wherein, The Causes of the Decay of Trade in this Kingdome, are discovered (1622) y el Círculo del Comercio (1623) es el primer autor en emplear sistematicamente la expresión 'balanza comercial', aunque para él esta se limite a los intercambios con solamente un país. En su esquema sólo hay balanzas particulares y no hay lugar para una balanza global. Por otra parte, en Misselden, el criterio voluntarista y 'ético' de Malynes (hay que búscar y el mantener un tipo de cambio justo), cede su lugar a un punto de vista 'mecanico': el de la balanza. En este marco de analisis, la secuencia de mecanismos es precisamente la contraria de Malynes. Cuando, por ejemplo, los intercambios con otra nación son excedentes, los créditos sobre el exterior son superiores a las deudas de los extranjeros y el tipo de cambio se aprecia, hasta el punto en que se hace rentable para el otro país reglar sus deudas en oro. En consecuencia, el tipo de cambio fluctuaraalrededor de la paridad, entre los puntos de entrada y de salida de oro, según que los intercambios sean excedentarios o deficitarios. El problema político no es entonces el de mantener artificialmente la paridad con el fin de impedir las salidas de oro, sino el de situarse en las condiciones que permitan conseguir un excedente comercial.
Por su parte, Thomas Mun, en su obra póstuma, England's Treasure by Forraign Trade, retoma, generaliza y precisa los argumentos anteriores. Mun distingue cuidadosamente entre el balance global y los balances particulares. Los balances particulares con tal o cual país eran en la época objeto de una atención política particular, ya que el equilibrio o el excedente se buscaba y definía para cada socio. Mun, al contrario, insistira en que lo que realmente importa es el balance global y que no es reprochable que el comercio con tal o cual país sea deficitario, siempre que conduzca a excedentes globales; por ejemplo, esto ocurrire cuando se importan materias primas que después de transformadas se reexportan como productos terminados o, incluso, cuando se importa barato para exportar los mismos bienes a mayor precio.
Las conclusiones de Mun se expresan en la forma de una auténtica ley económica: existe una relación causal entre la balanza global y los flujos de metales preciosos: 'no entrara ni saldra un tesoro mayor que el del saldo de la balanza comercial'. Mun concluye lógicamente que la parte del stock mundial de metales preciosos en manos de cada país depende de lasituación de su balanza comercial y no tanto de que el país tenga minas o colonias. Es difícil no mencionar el ejemplo de España, deficitaria e incapaz de conservar su oro, y Mun no dejara de analizar el caso.
Pero, si el excedente comercial aumenta la cantidad de dinero y, como sabemos desde J. Bodin, esto conduce a la inflación, ¿no puede ocurrir entonces que esto termine por invertir el signo de la balanza comercial Consciente del peligro, Mun propone políticas muy matizadas de acompañamiento (diríamos hoy) para controlar los precios. Allí donde Inglaterra se encuentre en posición de monopolio, se deben seguir una política de precios relativamente elevados; por el contrario, en los otros sectores los precios deben ser el resultado de la competencia. En todo caso, los precios no deben, en ningún caso, desincentivar la compra y deben ser suficientemente bajos para evitar que aparezcan competidores. Pero, ¿qué hacer entonces para evitar las consecuencias nefastas de la cantidad de dinero sobre los precios? Según Mun, la solución es sencilla: invertirlo en la industria; el superavit comercial permitira obtener un excedente que, si se utiliza con juicio, llevara al reino a un círculo virtuoso de enriquecimiento general.
Las ideas de Misselden y Mun son características de la versión 'comercialista' del mercantilismo inglés. Misselden trabajaba para la compañía Merchant Adventure y  Mun era miembro de la East Asian Company. No sorprende, entonces, que los dos autores esperen el excedente comercial de lalibertad de comercio de las grandes compañías. Esto es, de la libertad para exportar el oro siempre que permita desarrollar los negocios; para importar si eso permite exportar mas; para comprar caro en el extranjero si eso permite vender aun mas caro a otro país. Esta visión del comercio, dinamica y no sólamente contable, es la que corresponde a la actitud de los comerciantes poderosos con mentalidad de conquistadores.
La política de la balanza comercial.
A menudo se asocia mercantilismo con proteccionismo. Sin embargo, en esta afirmación puede ser objeto de muchos matices. Como observa Keynes, (en su apéndice Sobre el Mercantilismo de la Teoría General, y después de haber subrayado las ventajas de un excedente comercial): 'No se puede decir que se obtiene el maximo excedente de la balanza comercial mediante el maximo de restricciones a las importaciones. Los primeros mercantilistas insistieron vivamente sobre este punto y a menudo combatieron las restricciones comerciales ya que a la larga tales restricciones se habrían convertido en un obstaculo para una balanza comercial favorable'. Los grandes comercialistas ingleses, como acabamos de ver, eran mucho mas favorables a la libertad de comercio, eso sí, acompañada de una política aduanera moderada.
En la época, nada de lo anterior impide la existencia de una verdadera política comercial. En primer lugar, el Estado debe, a través de una potente flota, garantizar la seguridad de los barcos mercantes. En segundo término, hay un largo catalogo de medidasque ayudaran a maximizar el excedente comercial. Por ejemplo, evitar exportar las materias primas (hay que transformarlas y exportar productos finales); o bienes de subsistencia (no hay que depender del extranjero para alimentarse); desestimular las importaciones de bienes de lujo (se parecen demasiado a los metales preciosos, pero carecen de utilidad); reservar el transporte internacional a los nacionales (es un elemento 'invisible' de la balanza comercial y no hay que dar facilidades a la competencia); incitar a los comerciantes extranjeros instalados en el territorio a consagrar sus ganancias a la compra de productos nacionales (por razones obvias); al contrario, incitar a los comerciantes nacionales en el extranjero a repatriar sus ganancias; exportar los bienes con mayor contenido de mano de obra (para favorecer el empleo) y, eventualmente, obligar a trabajar a los pobres e indigentes, preferiblemente para la exportación.
El que esto sea o no proteccionismo es algo relativo. En los países dominados comercialmente, estos consejos toman la forma de un auténtico proteccionismo, con restricciones cuantitativas a los intercambios, derechos de aduana prohibitivos, subvenciones a las exportaciones. El poder de la nación esta en juego en la conformación de un tesoro. Ademas, se hace valer la necesidad de proteger a las industrias nacientes, o a los sectores claves. También se debe proteger el empleo. En definitiva, el liberalismo comercial, como casi todo, una prerrogativa de quienes pueden permitírselo.


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