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La desrealización de las ciencias: el caso de las ciencias económicas



La desrealización de las ciencias: el caso de las ciencias económicas
Abelardo Barra Ruatta. Universidad Nacional de Río Cuarto. Argentina.
Las ciencias económicas constituyen un caso paradigmatico del grado de abstracción que implica el recorte de todo mirar científico. Bastaría comparar la empiricidad del propósito inicial que otorga a Aristóteles a la economía -entender en los asuntos de provisión de los medios para la satisfacción de las necesidades vitales de los miembros de una comunidad-, con el alto grado de matematización y formalización del estatuto teórico actual que le confiere rigurosidad y sofisticación pero la aleja o abstrae cada vez mas del contexto, para advertir que sus mutaciones no obedecen a un mero cambio cuantitativo, sino que, en verdad implican que se ha producido un cambio esencial o cualitativo. Aún prescindiendo de la formalización y matematización del discurso económico, la materia misma de la ciencia económica se ha modificado profundamente. De lo que parecía ser su propia razón de ser nada queda; en su lugar emerge un repertorio de prescripciones acerca de las condiciones ideales del enriquecimiento, de los múltiples estadios de la productividad, de la ilimitación del crecimiento. En términos del viejo Aristóteles la economía se ha vuelto crematística, es decir arte del enriquecimiento como fin en sí mismo.


Las consecuencias principales de este viraje han repercutido en todas las esferas de lo real: la biósfera acusa la inhumanidad e insolidaridad de una racionalidad tan instrumental; la antropósfera se resiente de la desecologización de la economía: el mundo humano se ha deterioradoexterna e internamente. Las consecuencias exteriores de la hegemonía indiscutida del paradigma económico productivista son, entre otras, la extensión progresiva de la pobreza y el entronizamiento del consumismo. En tanto que interiormente, el hombre finisecular se halla sumido en una crisis de orientación: los valores que persigue constituyen una conspicua desvalorización de las tradiciones espirituales.


La revincularización de la ciencia económica con las preocupaciones humanamente económicas depende de un proceso complejo que lejos esta de poderse obtener con base en un voluntarismo utópico. Sera preciso introducir profundas transformaciones en la globalidad de la vida humana, las cuales necesariamente responderan a un cierto gradualismo para no producir reacciones traumaticas o inversas a lo deseado. Para ello, la propia practica educativa debera operar grandes transformaciones curriculares sustentadas en concepciones antropológicas revolucionantes. Sera menester aprovechar la coyuntura de una, todavía relativa, separación o autonomía que las instituciones educativas poseen respecto del poder económico. Ello permite que los intelectuales puedan percibir con cierta objetividad la imperiosa necesidad de imprimir un cambio de rumbo. Por mas lejos que se encuentre la realización la sociedad ecológica no es menos cierto que la inacción y la desesperanza constituyen cómplices actitudes del proceso de deshumanización que anónima e impersonalmente parece gobernar la marcha de la historia.



Se puede comprender que los economistas clásicos fueran partidarios de la abolición de las Leyes de Pobres que los protegían otorgándoles subsidios. Era requisito indispensable exigido por la coherencia de un proyecto de sociedad construido a partir de pilares tales como la idea del laissez-faire..

Los clásicos especialmente David Ricardo y J. Stuart Mill enunciaron una primigenia teoría de la distribución que intenta explicar cómo se determinan los precios de los factores de la producción y por tanto, el ingreso que ellos reciben. Se trata entonces de una distribución funcional del ingreso que adopta la forma de beneficios, rentas, intereses y salarios. Pero cuando el reparto del ingreso tiene lugar entre los individuos se habla de distribución personal del ingreso, la cual no está formalmente incluida en la teoría económica porque depende de las condiciones institucionales, tributarias y sociales existentes en cada país.

Para Adam Smith el salario no es sino una parte de la recompensa 'natural' del trabajo, apreciándose en estas ideas el concepto fundamental de la teoría clásica de la distribución: el trabajo produce más de lo que es necesario para su sostenimiento, y este excedente va a parar a los propietarios agrícolas y a los capitalistas, en virtud de la propiedad de la tierra y del capital, respectivamente.
Como justificación de la existencia de la propiedad y de las rentas derivada de ella, los clásicos se contentaron con la hipótesis histórica de queen los orígenes de la sociedad existía un estado primitivo de igualdad, perfilando la acumulación de capital como una consecuencia del ahorro, fruto de la producción personal.
Con David Ricardo los problemas del valor y de la distribución pasan a constituir el problema central de la ciencia económica. Ricardo establece que 'la determinación de los principios que regulan la distribución de la renta, beneficios y salarios en las diferentes etapas evolutivas de la sociedad constituye el principal problema de la economía política'. Ricardo presenta la teoría de la renta de la tierra, como una característica del fenómeno de la distribución, en cuanto que hace referencia a una
'compensación por el uso de las cualidades originarias e indestructibles del suelo”. los salarios se determinan por medio de la razón entre la población creciente y la cantidad de capital circulante destinada a la anticipación de salarios. Este principio constituye el fundamento de la teoría del 'fondo de salarios'.

La perspectiva dinámica que suministra la teoría de Ricardo se fundamenta en la presunción del incremento constante de la población. Con una demanda siempre creciente de productos alimenticios se aplicará una cantidad cada vez mayor de capital y de trabajo a las tierras fértiles, a la vez que se extenderá el cultivo a las tierras de menos calidad. Por consiguiente, el producto marginal de la tierra disminuirá. La renta de la tierra se elevará, los salarios serán absorbidos en proporciones cada vez mayores y, en consecuencia, el beneficio descenderárápidamente. Cuando llegue a alcanzarse el punto en el cual la acumulación de capital deje de producirse, no podrá ser absorbido mayor número de trabajadores y se habrá alcanzado el estado 'estacionario'.
Respecto del futuro de la Sociedad, Mill tenía una concepción similar a la de David Ricardo, según la cual en algún momento se detendría el Crecimiento Económico, y la Sociedad entraría en un estado estacionario. Esto se produciría por una suma de diversas causas: los progresos técnicos, la Ley de Rendimientos Decrecientes, la acumulación de Capital y el incremento de la Competencia de las empresas. Estos componentes se combinarían y darían como resultado que las Ganancia de los productores disminuyeran y la Renta de la Tierra se incrementara. De este modo, la economía en algún momento pasaría de crecer a estancarse.
Lo curioso es que Mill, a diferencia del pesimismo de otros autores como Malthus, miró con complacencia ese paso de un estado progresivo a un Estado estacionario. En este último, podrían evaluarse los problemas de equidad en la Distribución y las reformas sociales podrían realizarse con rapidez, siempre que existiera un férreo control a la natalidad, ya que su ausencia, sostenía
Jornadas Latinoamericanas. Estudios sociales de la ciencia y la tecnología. Universidad Nacional de Quilmes. 3 y 4 de mayo de 1995.




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