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El estado debe gratuitamente instrucción y educación para todos los ciudadanos



En rigor, el Estado puede tomar y no dar. Esto se observa y se explica por la naturaleza porosa y absorbente de sus manos, que retienen siempre una parte y algunas veces la totalidad de lo que ellas tocan. Pero lo que no se ha visto jamas ni jamas se vera e incluso no se puede concebir es que el Estado dé al público mas de lo que le ha tomado. Es luego muy loco que tomemos alrededor de él la humilde actitud de mendigos. Es radicalmente imposible conferir una ventaja particular a algunos individuos que constituyen la comunidad sin infligir un daño superior a la comunidad entera.
Se encuentra luego colocado, por nuestras exigencias, en un círculo vicioso manifiesto.
Si rehusa el bien que se exige de él, es acusado de impotencia, de mala voluntad, de incapacidad. Si intenta realizarlo, se reduce a golpear al pueblo con impuestos redoblados, a hacer mayor mal que bien, a atraerse, por otro lado, la desafección general.


Así, en el público hay esperanzas, en el gobierno dos promesas: muchos beneficios y no impuestos. Esperanzas y promesas que, siendo contradictorias, no se realizan jamas.
¿No es ello la causa de todas nuestras revoluciones? Porque entre el Estado, que prodiga promesas imposibles, y el público, quien ha concebido esperanzas irrealizables, se vienen a interponer dos clases de hombres: los ambiciosos y los utópicos. Su papel esta totalmente trazado por la situación. Es suficiente a estos cortesanos de popularidad gritar a las orejas delpueblo: 'El poder te engaña; si nosotros estuviéramos en su lugar, te colmaríamos de beneficios y te liberaríamos de impuestos'.
Y el pueblo cree, y el pueblo espera, y el pueblo hace una revolución.
Tan pronto sus amigos se encargan de los asuntos, son urgidos a ejecutarlos. 'Denme luego trabajo, pan, seguros, crédito, instrucción, colonias, dice el pueblo, y sin embargo, según sus promesas, libérenme de las garras del fisco'.
El Estado nuevo no esta mas apurado que el Estado antiguo, pues, en realidad lo imposible bien se puede prometer, pero no cumplir. Busca ganar tiempo, que le hace falta para madurar sus vastos proyectos. Primero, hace algunos tímidos ensayos; por un lado, extiende un poco la instrucción primaria; por el otro, modifica un poco el impuesto de las bebidas (1830). Pero la contradicción sales siempre por delante; si quiere ser filantropo, esta forzado a permanecer fiscal; si renuncia al fisco, le falta renunciar también a la filantropía.
Estas dos promesas se impiden siempre y necesariamente la una a la otra. Usar del crédito, es decir, devorar el porvenir, es de hecho un medio actual de conciliarlos; se ensaya hacer un poco de bien en el presente a expensas de mucho mal en el porvenir. Pero este proceder evoca el espectro de la bancarrota a quien toma el crédito. ¿Qué hacer luego? Entonces el Estado nuevo toma su parte valientemente; reúne las fuerzas para mantenerse, sofoca la opinión, recurre a lo arbitrario, ridiculiza susantiguas maximas, declara que se no puede administrar mas que con la condición de ser impopular; en una palabra, se proclama gubernamental.
Y esta aquí lo que los otros buscadores de popularidad esperan. Ellos explotan la misma ilusión, pasan por la misma vía, obtienen el mismo éxito, y van sobre todo a hundirse en el mismo abismo. Así hemos llegado a febrero. En esta época, la ilusión que ha sido objeto de este artículo había penetrado mas que nunca en las ideas del pueblo con las doctrinas socialistas. Mas que nunca, se esperaba que el Estado bajo la forma republicana abriera totalmente la gran fuente de beneficios y cerrara la de impuestos. 'Me he equivocado a menudo, - dice el pueblo - pero me vigilaré a mí mismo para no equivocarme una vez mas'.
¿Qué puede hacer el gobierno provisional? ¡Ay! Lo que se hace siempre en coyunturas parecidas: prometer y ganar tiempo. No faltaba mas, y para dar a sus promesas mas solemnidad, las fija en sus decretos. 'Aumento del bienestar, disminución del trabajo, seguridad, crédito, instrucción gratuita, colonias agrícolas, roturación y al mismo tiempo reducción del impuesto de la sal, de las bebidas, de las cartas, de la carne, todo sera concedido… al venir la Asamblea Nacional'.
La Asamblea Nacional ha venido, y como no se pueden realizar dos contradicciones, su tarea, su triste tarea, se ha limitado a retirar, lo mas suavemente posible, uno tras otro, todos los decretos del gobierno provisional.
Sin embargo,para no volver la decepción mas cruel, ha sido necesario transigir un poco. Ciertos compromisos se han mantenido, otros han recibido un muy limitado comienzo de ejecución. También la administración actual se esfuerza en imaginar nuevos impuestos.
Ahora me transporto con el pensamiento a algunos meses en el porvenir, y me pregunto, con tristeza en el alma, lo que vendra cuando los agentes de la nueva creación vayan a nuestras campiñas a colectar los nuevos impuestos sobre las sucesiones, sobre las rentas, sobre los beneficios de la explotación agrícola. Que el Cielo desmienta mis presentimientos, pero veo allí un papel a desempeñar por los buscadores de popularidad.
Lean el último Manifiesto de Montagnards, aquél que se ha emitido a propósito de la elección presidencial. Es un poco largo, pero, después de todo, se resume en dos palabras: El Estado debe dar mucho a los ciudadanos y tomar poco de ellos. Es siempre la misma tactica o, si se quiere, el mismo error.


'El estado debe gratuitamente instrucción y educación para todos los ciudadanos'.
Debe:
'Una enseñanza general y profesional apropiada hasta donde sea posible a las necesidades, a las vocaciones y a las capacidades de cada ciudadano'.
Debe:
'Enseñar sus deberes hacia Dios, hacia los hombres y hacia sí mismo; desarrollar sus sentimientos, sus aptitudes y sus facultades, darles en fin la ciencia de su trabajo, el entendimiento de sus intereses y el conocimiento de sus derechos'.
Debe:'Poner al alcance de todos las letras y las artes, el patrimonio del pensamiento, los tesoros del espíritu, todos los disfrutes intelectuales que elevan y fortalecen el alma.'
Debe:
'Reparar todo siniestro, incendio, inundación, etc. (este et caetera dice mas de lo que dice) sufrido por un ciudadano.'
Debe:
'Intervenir en las relaciones del capital con el trabajo y hacerse regulador del crédito.'
Debe:
'A la agricultura estímulos serios y una protección eficaz'.
Debe:
'Volver a comprar los ferrocarriles, los canales, las minas' y sin duda también administrarlas con esa capacidad industrial que le caracteriza.
Debe:
'provocar las iniciativas generosas, estimularlas y ayudarlas con todos los recursos capaces de hacerlas triunfar. Regulador del crédito, comanditara ampliamente las asociaciones industriales y agrícolas, a fin de asegurar el éxito.'
El Estado debe todo ello, sin perjuicio de los servicios a los que debe hacer frente hoy; y , por ejemplo, debera tener siempre respecto a los extranjeros una actitud amenazante, pues dicen los signatarios del programa 'ligado por esta solidaridad santa y por las precedentes de la Francia republicana, llevamos nuestros votos y nuestras esperanzas mas alla de las barreras que el despotismo eleva entre las naciones: el derecho que queremos para nosotros, lo queremos para todos aquellos a los que oprime el jugo de las tiranías; queremos que nuestra gloriosa armada sea, si hace falta, la armada de lalibertad'.
Veran que la mano dulce del Estado, esta buena mano que da y que reparte, estara muy ocupada bajo el gobierno de Montagnard. ¿Creen Ustedes quizas que lo estara de la misma manera la mano ruda, esta mano que penetra y extrae de nuestros bolsillos?
Desengañense. Los buscadores de popularidad no sabran su oficio si no tienen el arte de mostrar la mano dulce ocultando la mano ruda.
Su reino sera seguramente el jubileo del contribuyente.
'Es lo superfluo, dicen, no lo necesario lo que el impuesto debe atacar.'

¿No sera un buen tiempo aquél en que, para colmarnos de beneficios, el fisco se contentara con mermar nuestro superfluo?
Esto no es todo. Los Montagnards aspiran a que 'el impuesto pierda su caracter opresivo y no sea mas que un acto de fraternidad'.
¡Bondad del cielo! Sabía bien que esta de moda meter la fraternidad en todas partes, pero no sospechaba que se la pudiera meter en el cobro del recaudador.
Llegando a los detalles, los signatarios del programa dicen:
'Queremos la abolición inmediata de los impuestos que golpean a los objetos de primera necesidad, como la sal, las bebidas, et caetera.
'La reforma del impuesto a los bienes raíces, de las concesiones, de las patentes.
'La justicia gratuita, es decir la simplificación de formas y la reducción de gastos.' (Esto sin duda se refiere al timbre.)
Así, impuesto a los bienes raíces, concesiones, patentes, timbre, sal, bebidas, correos, todo eso desaparece. Estos señores hanencontrado el secreto de dar una actividad ardorosa a la mano dulce del Estado paralizando su mano ruda.
Bien, pregunto al lector imparcial, ¿no es eso infantilismo, y mas aún, infantilismo peligroso? ¿Cómo el pueblo no hara revolución sobre revolución una vez que decide a no detenerse hasta que haya realizado esta contradicción: 'No dar nada al Estado y recibir mucho!'
¿Creen que si los Montagnards llegaran al poder no seran las víctimas de los medios que han empleado para tomarlo?
Ciudadanos, en todos los tiempos dos sistemas políticos han estado presentes y ambos pueden apoyarse en buenas razones. Según uno, el Estado debe hacer mucho, pero también debe tomar mucho. Según el otro, esa doble función se debe hacer sentir poco. Entre los dos sistemas es necesario optar. Pero en cuanto a un tercer sistema, que participe de los otros dos y que consista en exigir del Estado sin darle nada, es quimérico, absurdo, pueril, contradictorio, peligroso. Aquellos que lo ponen por delante para darse el placer de acusar a todos los gobernantes de impotencia y exponerles así a ataques, estos a Ustedes los adulan o los engañan, o al menos se engañan a ellos mismos.
En cuanto a nosotros, pensamos que el Estado no es o no debería ser otra cosa que la fuerza común instituida no para ser entre todos los ciudadanos un instrumento de opresión y de expoliación recíproca sino, por el contrario, para garantizar a cada uno lo suyo y hacer reinar la justicia y la seguridad.


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