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Carta magna del derecho ingles



En definitiva, lo verdaderamente sobresaliente de la Magna Carta, lo que hace de ella una Ley diferente de cualquier otra del Medioevo no esta en ella ni en su contexto, sino que le fue añadido después.


Es su destino, su proyección importante y duradera en el constitucionalismo inglés y norteamericano, es el hecho de que su famoso Capítulo XXXIX, con el juicio por jurados y la “lex terrae”, siga en vigor en Gran Bretaña hoy e indirectamente también en los Estados Unidos, al haberse incorporado a su Derecho Constitucional. Y este destino sobresaliente lo debe la Carta, en gran medida, a su utilización y a su instrumentación como un mito poderoso por parte de los agentes que llevaron a cabo la “revolución constitucionalista” en Inglaterra, desde mediados del siglo XV hasta mediados del siglo XVII; esos agentes –entre los que destacan grandes juristas como Sir Edward Coke- argumentaron con laMagna Carta y la reinterpretaron para controlar el ejercicio de la prerrogativa regia e incluso para reforzar el poder del Parlamento.36 Y aunque la “Gloriosa Revolución” de 1688 abrió, desde luego, un horizonte político y cultural radicalmente distinto al de la Magna Carta, no hizo tabla rasa de ella, sino que la incorporó y la acomodó, como un precedente a la vez tosco y venerable del nuevo paradigma constitucional britanico. Resumiendo esta idea, Lord Chatham dijo, en el siglo XVIII, que la Magna Carta, la Petition of Right y la Bill of Rights forman la “Biblia de la Constitución Britanica”.



Pero habría que añadir que fue el triunfo de la revolución, representado por la Bill of Rights de 1689, lo que dotó de proyección y expandió el significado del viejo precedente –que, conforme a esta alegoría bíblica, podemos calificar de veterotestamentario- que es la Carta Magna de Juan Sin Tierra de 1215.37


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