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Armamento tardorromano y visigodo en los grabados hurdanos (caceres-españa) - Mapa de distribución de grabados y yacimientos tardorromanos-visigodos





1. INTRODUCCION.-
Tradicionalmente y con raras excepciones, se viene admitiendo desde los años sesenta, que las armas representadas en las pizarras hurdanas traducen imagenes reales de útiles metalicos presentes en los contextos arqueológicos de la Edad del Bronce. Esta hipótesis, si bien sintonizaba con los estudios de aquella época, porque en Extremadura no se conocían otros ejemplos de armas, ni se consideraban que otros elementos externos a la región, tan espléndida en materiales del Bronce, pudieran hallarse representados, o que la bibliografía europea mejor documentada (F.J. Costas, et alii, 1997: 94) relacionaba los focos de arte rupestre europeo con dicho periodo, no puede mantenerse en la actualidad.
Nuevos documentos materiales, como tendremos ocasión de comprobar a lo largo de estas paginas, obligan a replantear tan determinantes sistematizaciones y poner de relieve las posibles vinculaciones de muchas de estas representaciones con el mundo tardorromano y visigodo.


Numerosos son los obstaculos que presenta el planteamiento de nuestra hipótesis, pero esperamos desgranar una serie de datos que nos ayuden a comprender el sentido de nuestra argumentación.


01.- Mapa de distribución de grabados y yacimientos tardorromanos-visigodos.
2. LOS GRABADOS DE ARMAS.-
2.1. El Teso de los Cuchillos (Castillo).
La primera noticia que se tuvo acerca de un grabado con armas en la Alta Extremadura, seprodujo durante la repoblación forestal de las Hurdes hacia 1950, (J. Mª. Butler, 1953) cuando durante la limpieza del matorral en la confluencia de los ríos Esparaban y Zambrana para la plantación de pinos, se puso al descubierto una gran losa que años mas tarde A. Naharro (1976) y Mª. C. Sevillano (1976) darían a conocer como el Teso de los Cuchillos o Castillo I. Su descripción y estudio ha sido abordada en varias ocasiones por la mencionada autora, (Mº. C Sevillano, 1988; 1991 y Mª. C. Sevillano y J. Becares, 1997) agrupando sus componentes principales en podomorfos, esteliformes, un supuesto orante, diversos útiles, una inscripción, dos laberintiformes agregados mas tarde por otro estudio (L. Benito y R. Grande, 1995: 47) y doce armas, de las que nosotros contamos nueve como seguras.
Todas las espadas designadas con los números 1 al 5, presentan ligeras diferencias entre ellas, de manera que ninguna es igual a otra. En la hoja, la nº 3 presenta el perfil clasico de los sax, con un filo recto y otro curvo; la número 1 tiene los filos paralelos y simetría en la punta, en tanto que las tres restantes, 2, 4 y 5 la hoja se va estrechando desde la empuñadura hasta converger en la punta.
Los arriaces se significan en la nº 1, 2 y 4, como elemento de separación de la empuñadura, mientras la 3 y 5 desde la hoja al pomo forman una pieza entera. Ese pomo es redondeado en cuatro de ellas, careciendo la nº. 1 de su representación.
Las cuatro piezas restantes que hemos dibujado pueden emparentarse con las espadascortas o puñales, pero su diseño incompleto y la falta de detalles impide mayores concreciones, salvo que en su concepción se aproximan al tipos de hojas triangulares.
En la ejecución de las grafías se emplean dos técnicas, piqueteado e incisión que parecen responder a momentos cronológicos distintos de utilización del panel. La primera como se probara en otras representaciones, se emplea sobre todo en la realización de los podomorfos, que ademas ocupan una posición central en la roca, mientras que los elementos incisos como las espadas se disponen en una zona marginal, lo que puede abogar en pro de la modernidad de las últimas.
2.2. El Collado de las Chivas y El Vallejón (Torrecillas de los Angeles).
Los conjuntos del Collado de Las Chivas y El Vallejón en Torrecillas de los Angeles fueron los hallazgos que se produjeron a continuación de los anteriores, pero el hecho de que su localización tuviera lugar en el perímetro de la comarca hurdana y el que publicación se efectuara en la prensa diaria (A. Sanchez, 1956), nos han privado de un analisis mas detallado que le diera la importancia que realmente merece. Solamente C. Callejo (1962: 243-248) dedica su atención a la inscripción visigoda que figura en uno de los dos conjuntos, mientras que a las armas no se ha vuelto ha hacer referencia.
El palimpsesto del Vallejón, presenta un puñal tipo Simancas, una punta de lanza y una inscripción visigoda - EGO LICIA (DIE) SEXT(A) / KAL (ENDAS) IVNIAS / ERA DLIIII -; mientras en la roca del Collado de lasChivas, posee seis puntas de lanza, seis puñales o espadas cortas y una espada larga. (Fig. nºs. 4 y 5)


05.- Grabados del Collado de las Chivas (Torrecilla de los Angeles).


06.- Grabados del Vallejón (Torrecilla de los Angeles).

2.3. Vegacha del Rozo y Lagar de la Hoya (Azabal).
Una año mas tarde M. Sayans presenta el hallazgo de dos petroglifos en Azabal, el de la Vegacha del Rozo y el Lagar de la Hoya. El primero revisado en varias ocasiones por la doctora Sevillano (1991: 23-55; Mª. C. Sevillano y J. Becares,1997: 75) presenta un conjunto de grabados incisos en los que grabados de estilo lineal se entremezclan con otros de corte naturalista, sobresaliendo un puñal que la autora interpreta como una alabarda. Esta tiene el enmangue interrumpido por la fractura de la roca, presenta un estrangulamiento leve en la parte superior y su hoja es puntiaguda. El segundo tiene mas aspecto de puñal de hoja ancha con filos rectos, nervio central y un enmangue con arriaz troncocónico y lengüeta.
Se describen ademas otros motivos como armas entre las que contarían puntas de lanza, alabardas y cuchillos afalcatados, pero dado el fuerte componente esquematico de los mismos, hemos preferido obviarlos, de la misma manera que lo haremos con los grabados del Pedrusantu de La Batuequilla, para evitar prestarnos a interpretaciones mas subjetivas
Posee la rocha de la Vegacha otros motivos de orantes o danzantes realizados con técnica distinta de piqueteado, infrapuestos a los lineales,lo que unido al ambito tematico de los mismos aporta una cronología 'ante quem' para el resto de las grafías (A. Gonzalez, en prensa).
En el Lagar de la Hoya Sayans (1957), creyó localizar otro grabado con armas como refleja una fotografía de su libro, pero estos, después de un examen detenido resulta que no son otra cosa que exfoliaciones naturales de la pizarra. En realidad Sayans buscaba otro panel del que había oído hablar en Azabal, pero mal interpretó unas caprichosas escaras en la roca, dando por bueno, algo que a todas luces resultaba accidental.
El verdadero grabado sería localizado unos metros mas arriba, en 1985 (M. de Alvarado y A. Gonzalez, 1991: 146), y publicado casi completo en 1995 (L. Benito y R. Grande, 1995: 32). También posee signos susceptibles de ser interpretados como armamento, pero de nuevo su grado de abstracción nos obliga a guardar ciertas reservas.
2.4. Piedra Mora (Azeña, Camnomorisco).

07.- Grabados de la Piedra Mora (Aceña).
La Piedra Mora (Azeña) es la siguiente superficie con un repertorio de figuraciones armamentísticas, entremezclado con podomorfos y figuras triangulares. Su primer calco se debe a Mª. C. Sevillano (1991: 29-34), a partir de él nosotros 1985 (M. de Alvarado y A. Gonzalez, 1991: 146) pudimos incorporar nuevos elementos ocultos, entre los que señalamos lo que parece otro arma de hoja curva y enmangue muy corto, que reúne la particularidad de ser el único objeto de tipo naturalista entre todos los que se conocen de la comarca, que ha sidoejecutado mediante piqueteado.
Al conjunto se añaden motivos recientes, ejemplificados en una navajita y quiza alguno de los podomorfos, pero el resto de los motivos sintonizan en estilo y técnica con un momento concreto.
Se reconocen dos espadas cortas y parte de una tercera, ya perdida, plasmada con técnica incisa; ambas con mango, uno liso y otro decorado con una retícula, pero sin arriaces de separación y una punta de lanza de base triangular.
2.5. La Peña del Molde (Mesegal).
Otro conjunto al que tenemos que referirnos es el grabado de la Peña del Molde o Castillo de la Muñina (Mesegal), ya reseñado en los artículos periodísticos de A. Sanchez (1956) igual que los de las Sereais, Sauceda, pero perdido hasta su definitiva publicación en 1995 (L. Benito y R. Grande, 1995: 21).
Es un panel de complicada gramatica figurativa, en la que añadidos reconocibles de la modernidad complican su interpretación. De nuevo estan presentes los podomorfos, cazoletas, cruces, signos alfabéticos modernos, cruces con gólgota, tijeras, trianguliformes que se identifican con alabardas y cinco cuchillos.
La técnica incisa es predominante, salvo en los cruciformes, abiertos con un instrumento mordiente.
En este caso, el emparentamiento de los cuchillos como objetos domésticos (morfología, tipo, tamaño) reconocibles en la actualidad, nos obliga a rechazar la consideración de armas que impusieron los autores de su estudio y a abogar por la contemporaneidad de la mayoría de los motivos.
2.6. Pico del Arrobuey (La Huerta,Caminomorisco).
El último de los paneles con armas se incluye aquí por primera vez. Ha sido descubierto recientemente (1) en la ladera del pico del Arrobuey, entre el caserío de la Huerta y Cambrón, muy cerca de un camino que cruza de norte a sur las Hurdes, al que se conoce como la Vereda del Correo.
De todos los que se han inventariado, este es el que sitúa a mayor altitud, sobre en una cuerda serreña, que da vista a dos valles. Su intencionalidad en el emplazamiento ha quedado puesta de manifiesto por el hecho de quedar desenterrado en el centro de uno de los cortafuegos que se trazan precisamente en las divisorias de montaña. Al igual que en la Peña del Molde, las cadenas de los tractores utilizados para esta labor, han deteriorado parte de sus motivos, en los que se reconocen una espada, un sable tipo scramasax, un cuchillo tipo Simancas y dos puñales o espadas cortas.
La espada tiene filos paralelos, con la empuñadura troncocónica, sin diferenciar de la hoja y enmangue rectangular. La hoja es larga, estrechandose simétricamente hacia la punta. El scramasax es un arma de hoja larga y un sólo filo, con enmangue rectangular diferenciado de la hoja.
El primer puñal es de hoja alargada y hoja estrecha acabada en punta simétrica, sin diferenciar el enmangue que acaba en un pomo troncocónico.
El segundo, es casi idéntico al anterior, pero de trazo mas tosco y pomo redondeado.
El cuchillo tipo Simancas se halla parcialmente representado, con su hoja interrumpida hacia la empuñadura, muestra laescotadura sobre el lado curvo, característica de estas armas.

08.- Grabados del Pico del Arrobuey (Cambroncino).

3. ANALISIS TIPOLÓGICO.-
Si en el comienzo de la investigación de los grabados hurdanos existían dificultades serias para adscribir las representaciones a una cultura concreta, y las armas en este caso se contemplaban como una importante referencia cronológica del arte rupestre alto-extremeño, es razonable la importancia concedida a su interpretación. No obstante los pasos que se siguieron para su analisis, en unos años en los que salvo los modelos metalicos de la Edad del Bronce, para la mayoría de los demas prototipos se carecía de sistematización, acabaron por vincular la casi totalidad de las figuraciones a dicho periodo.
Los argumentos que se esgrimieron giraban en torno a las grabados en piedra y a modelos metalicos reales de espadas y puñales. Los primeras se referían a las representaciones de las estelas decoradas, a propósito de las cuales se insistía en paralelos con ejemplares alentejanos de Abela, Trigaxes o Santa Vitoria (M. A. Gorbea, 1977), tipos definidos por la longitud y estrechez de sus hojas, con una tendencia al estrechamiento desde el inicio de la hoja y empuñadura cilíndrica, a veces acabada en un pomo o doble embudo.


02.- A-Teso de los Cuchillos (Castillo); B-Collado de las Chivas y El Vallejón (Torrecilla de los Angeles); C-Piedra Mora (Azeña); D-Vegacha el Rozo (Azabal); E-Peña del Molde (Mesegal); F-Pico del Arrobuey(Cambroncino).
Estas espadas solían presentar remaches, de ahí que la cabeza de enmangue se presentara muy ancha, sobresaliendo de la hoja, estrangulada frecuentemente en la parte superior, oscilando sus medidas entre 47 y 62,5 cm.
Los segundos paralelos se planteaban en torno a modelos agrupados por M.A. Gorbea (1972) en torno a tipos metalicos subdivididos en subgrupos, conforme a las características de sus hojas. De ellos se resaltaban las semejanzas del tipo IIc, un tipo evolucionado de los anteriores, que no presentaba estrangulamiento en la parte superior, pero sí una arista central y una mayor longitud de la hoja. También se intentaba comparar con las espadas de hoja pistiliforme, tipo Ría de Huelva, pero aquí las diferencias se incrementaban notablemente, en cuanto a la forma de la hoja, terminada en una punta alargada, nervio central, la empuñadura de cruceta o gavilanes y una empuñadura de lengüeta calada, maciza, etc.
En resumen, prescindiendo de que en Las Hurdes se halla presente una mayor variedad de armamento, las espadas hurdanas carecen de la mayoría de los detalles apuntados y salvo el acabado de algunas empuñaduras, en ninguna se representan los clasicos remaches que sujetaron la hoja a la empuñadura, no marcan la arista central, no poseen estrangulamientos en la parte superior de la hoja, ni tipos de doble embudo, la lengüeta calada o abombamiento de la empuñadura. Por el contrario, los filos, salvo en los sables (33%), son paralelos y la longitud de sus hojas, pensando en que los grabadosse ajustan a reproducciones de los originales, sobrepasan ampliamente la media de los tipos IIa y Iib de Almagro, con una longitud en las espadas de 69.75 cm. y de 38,75 cm. en los puñales.
Esto no descarta que alguna pieza como la nº 30 de Azabal, netamente diferenciada del grupo que hemos descrito, no pueda asociarse con el tipo I de Almagro (M.A. Gorbea, 1972:57), de hojas planas y anchas, de cabeza ancha y estrechamiento antes del empalme perforado por clavos. Pero la condición fragmentaria del grabado y el diseño ojival de su punta nos obliga a conceder un margen de duda a la interpretación; no obstante las consideraciones de Mª. C. Sevillano (1991:125) acerca de este puñal, al que conexiona con piezas de un momento tardío Campaniforme, nos parecen validas a falta de mejores referencias.
Igualmente podría asimilarse a ese horizonte en buena lógica el puñal nº 29 presente en la misma roca, lo que llevaría a clasificarlos en un mismo horizonte con una cronología posterior al 1500 a.C, lo que situaría las representaciones de la Vegacha como las mas antiguas del registro.
No parece sostenible tampoco la adscripción de esta panoplia de grabados a la Edad del Hierro como ya apuntara también Mº. C. Sevillano. La ausencia clara de tipos afalcatados, cuchillos curvos, espadas de antenas o empuñaduras biglobulares que caracterizan las necrópolis cacereñas de Botija (F. Hernandez y E. Galan, 1996) o Alcantara (J. Esteban, et alii, 1988), aleja las posibilidades para entablar unas paralelos razonables,salvo en el caso del enterramiento 36 de El Romazal I (Botija) (F. Hernandez y E. Galan, 1996: 119), donde una espada larga de hierro, con lengüeta de enmangue triangular sin empuñadura, podría ser la única pieza divergente con respecto a los tipos enunciados.
Llegados a este punto, cabe pensar que nos encontramos en realidad con armas grabadas en tiempos plenamente históricos; la inscripción latina presente en la roca de Castillo I habla en su favor, maxime si nos atenemos a su lectura mas reciente (M. Mayer, 1994: 367), cuyo texto 'ARMA MEA CAVE': (guardate de mis armas), se imbrica en el simbolismo que pueden encerrar las figuraciones. A tenor de esto podríamos apostar facilmente por la romanización como el origen de todas las figuraciones, con razones excelentemente argumentadas Mª. C. Sevillano, sin embargo una serie de detalles discordantes, que nos apresuraremos a describir remiten algunos tipos al mundo hispano-visigodo.
3.1. Las espadas y sables (scramaxas).
El desconocimiento del armamento visigodo motivado fundamentalmente por la pobreza relativa de sus restos materiales con respecto al mundo anterior y al que le sucede, unido a la ausencia de una clasificación tipológica del mismo, salvando los de A. B. de Hoffmeyer (1972) o H. Zeiss (1934) han propiciado un desconocimiento, que en los últimos años ha comenzado a ser paliado parcialmente.
De gran ayuda para una sistematización del mismo han sido los trabajos que sobre armamento hispanorromano han elaborado P. Palol (1974), y L. Caballero(1974) o los que han abordado A. Soler (1990) Mª. V. Cirlot (1980b) respecto al armamento medieval, porque entre ambos quedaban delimitado un marco sobre el que plasmar con mayor seguridad la morfología genérica del armamento hispano-visigodo.
Uno de los trabajos que mas ha contribuido a este apartado es el que suscriben F. Ardanaz, S. Rascón y A. L. Sanchez (1990), su puesta al día de los datos conocidos sobre el tipo de armamento del mundo visigodo, la revisión de los tipos reales y de su cronología, añadiendo noticias recogidas en muy diversas fuentes, supone que podamos interpretar fiablemente los numerosos modelos representados en los grabados. De su inventario se deduce que las armas visigodas son muy escasas y se hallan faltas de representatividad, ya que casi siempre se reduce su registro a armamento ofensivo, hallandose el defensivo, por completo ausente. A pesar de ello, se pueden cotejar con un mínimo de rigor el repertorio tipológico descrito por los mencionados autores, con el que figura principalmente en los paneles del Collado de las Chivas, Pico del Arrobuey, la Piedra Mora y Castillo I.


04.- Armamento visigodo, según (F. Ardanaz et alii, 1990).
En total se representan en estos lugares seis espadas y tres sables tipo scramasax; la diferencia entre ambas armas es muy importante, en tanto proporcionan una definición cronológica muy precisa, pues el segundo de los tipos, es una implemento muy vinculado a los pueblos barbaros. Su diferencia estriba en que la espada posee dos filossimétricos, mientras que el scramasax es asimétrico, al poseer un sólo filo.
En Teso de los Cuchillos se reconocen, dos espadas de hoja triangular (nº 2 y 5), una espada de filos paralelos (nº 1) y dos scramasax (nº 3- 4); en el Pico del Arrobuey una espada de filos paralelos (nº33) y un scramasax (nº 34); en la Piedra Mora (nº23) una espada corta de filos paralelos y en el Collado de las Chivas (nº10) una espada de filos paralelos.
Sus empuñaduras poseen gran variedad tipológica, diferenciandose de la hoja por medio de un arriaz, como ocurre con tres ejemplares del Teso de los Cuchillos, bien a través de una línea, o presentandose como una prolongación de la hoja, mediante un espigón rectangular, que en la espada de Piedra Mora se decora con una retícula.
Los pomos se limitan a tres formas, discoidales, triangulares o con unas pseudoantenas.
Las que poseen ese remate redondeado nos estan remitiendo a un antecesor que es la 'spatha' romana, cuyo uso, se constata minoritariamente entre los visigodos, detalle que daría pie a especular sobre las fases que atraviesa la ejecución del grabado, remitiéndonos una de ellas a un momento tardío de la romanización, mientras los scramasax nos estan hablando ya de un momento posterior, que a tenor de los hallazgos materiales en la Península (Alcala de Henares y Puerto de Santa María, etc.), se mueve entre fines del siglo VI y la segunda mitad del VII (F. Ardanaz, et alii, 1990: 443).
La perduración de estas armas, de marcado caracter popular, sera larga, recogiendoA. Soler (1990: 106) en su Tesis, algunos miniados, caso de la Cantiga 184, donde se reproduce un arma tipo scramaxax, lo que significa que alcanzan al menos el siglo XIII.
Interesante nos parecen los prototipos de filos paralelos y empuñadura en espigo (Pico del Arrobuey, Peña Mora) enunciados aquí por cuanto de parecido tienen con los ejemplares de las necrópolis hispano-visigodas de Castiltierra (Segovia) (Werner, 1946), Daganzo (Madrid)(S. Fernandez y J. Pérez, 1931), Duratón y tal vez Zarza de Granadilla (R. Donoso e I. Burdiel, 1970: 331), localidad cacereña, vecina de la comarca hurdana.
La presencia de pseudoantenas en las espada del Collado de Las Chivas, no deben hacernos pensar que esta pueda clasificarse como un arma de la Edad del Hierro, pues la presencia de ese tipo de pomo, bastante difícil de apreciar con exactitud, no es exclusivo de ese horizonte, encajando las características del mismo con el que posee una espada hallada en un sepulcro del pago de Santa María en Brozas (2), al que haremos referencia en el apartado siguiente, porque esta guarda ademas un paralelismo excepcional con las hojas de puñales que se representan junto a la espada.
3.2 Puñales y cuchillos.
El Collado de las Chivas con cinco ejemplares es el panel donde con mayor frecuencia se representan puñales, le sigue el Teso de Los Cuchillos y el Pico del Arrobuey con tres, el Vallejón con uno y tal vez la Piedra Mora con otro.
Se agrupan en torno a cuatro tipos, de hoja triangular, de filos paralelos, con la hojaestrangulada en los dos filos y los que poseen un lado recto y otro curvado con escotadura en un extremo.
Salvo en dos piezas del Pico del Arrobuey, se prescinde del diseño de la empuñadura, sin que impida el reconocimiento de al menos los dos últimos tipos, reservandonos la opinión sobre los restantes, pues la escasez de atributos y la pobre varianza morfológica les convierten en objetos de amplio espectro cronológico, aunque respecto a la hipótesis que venimos proponiendo, sean materiales perfectamente reconocibles por ser después de las fíbulas, los elementos mas abundantes en las necrópolis visigodas (Ardanaz et allii, 1990:421)
El tercer tipo, exclusivo del petroglifo del Collado de las Chivas, se halla definido por ejemplares de hoja ancha y apuntada con dos escotaduras próximas a un arriaz rectangular, como el que aparece dibujado en el ejemplar nº 13. Es un espécimen muy poco conocido, pero afortunadamente hemos obtenido algunos ejemplares metalicos reales con los que compararlos, siendo de excepcional importancia el ajuar de un sepulcro descubierto en Brozas.


03.- Ajuar del enterramiento de Santa María de Brozas.

Se trata del hallazgo de una espada de hierro con el arriaz rectangular, empuñadura con espigón de hierro (en la que faltan las cachas) y un pomo a modo de antena. La pieza ha sido forjada enteramente en hierro, mide 38,94 cms de largo y 6,31cms es el ancho mayor de la hoja; ha sufrido una ligera pérdida perimetral que no afecta al reconocimiento del contorno definido poruna hoja triangular con un estrangulamiento en la parte superior. El ajuar se completaba con una escudilla de ceramica tres arandelas para la sujeción al cinturón de la vaina, que debía de estar confeccionada con materiales perecederos.
La datación del conjunto la proporciona el propio contexto del hallazgo, un asentamiento rural, donde se recogen materiales de tradición tardorromana, estructuras de la antigüedad tardía y elementos arquitectónicos como los capiteles que se conservan en la iglesia de la localidad, que procedían seguramente de un edificio con función religiosa. El propio cuenco presente en la tumba es de una factura cotejable también en otras necrópolis cacereñas como la de El Gordo, donde su presencia junto a broches de cinturón de placa liriforme es habitual.
De la comparación, que afecta como vimos también a la espada, resulta por tanto, que nos encontramos con un arma reconocible y contextualizable en fechas convencionales a lo largo del siglo VI d. C y principios del siglo VII d.C.; es decir durante la implantación en Extremadura de la cultura hispano visigoda.
Esto nos lleva a considerar los cuchillos que forman el último tipo, documentados en Pico del Arrobuey y Vallejón. De todos los especímenes aquí referidos forman el grupo mas estudiado y conocido, de hecho se les denomina genéricamente -Simancas-, por haber sido esta necrópolis el lugar donde fueron aislados por primera vez, definiendo P. Palol (1964) las características concretas del grupo. Se les ponía en relación con unaproducción de tipos usados por las tropas romanas del 'limes' desde el siglo I d. C (L. Caballero, 1974: 57) poniendo como ejemplo una tumba datada en el siglo IV en el departamento de Aisne que contenía una jarra de vidrio, dos de estos cuchillos y una espada larga de filos paralelos con mango rematado en un botón cónico, que a Caballero le recordaba a los tipos españoles visigodos.
El mismo autor (L. Caballero, 1987: 617) elevara mas tarde su cronología tomando como referencia la necrópolis de La Yecla (Silos, Burgos), 'donde se reúnen objetos de tipología tardorromana con otros de cronología visigoda', dando pie a argumentar algo que parece explicar la presencia simultanea de armamento tan dispar en los grabados cacereños, y es que este tipo de objetos siguieron en uso, mientras respondieron a una finalidad social determinada.
Este armamento traspasó las fronteras de la Meseta norte donde se encuentran en las necrópolis de San Miguel del Arroyo (Burgos), Aguilar de Anguita y Mucientes (Valladolid), Fuentespreadas (Zamora), etc, detectandose su presencia en la provincia cacereña en los yacimientos de Caparra, Alconétar (L. Caballero, 1974: 186) y Las Torrecillas de Alcuéscar (J. M. Abascal, 1996: 278; Mª. P. García y Bellido, 1996: 285), asentamientos todos, cercanos a la vía de la Plata con una vida reconocida desde al menos el s. II al siglo VII (A. Gonzalez, 1985: 189).
Volviendo al grabado del Vallejón, encontramos este tipo de cuchillo, junto a otro dibujo esquematico, una punta de lanza, loque parece ser el trazo de otro cuchillo con el trazo abandonado por el artista ejecutor y una inscripción que fecha en el año 521 el grabado. Esto deja sentada por una lado, la larga perduración observada en estas producciones y por otra refleja como la iconografía armamentística en la zona norte extremeña se convierte en un fenómeno particular de gran arraigo.
3.3. Puntas de lanza.
A pesar de que la importancia de lanza llega a ser superior a la de la espada, esta aparece representada en menor número, siendo anecdótica su presencia en el Teso de los Cuchillos y la Piedra Mora, mientras que entre el Vallejón y el Collado de las Chivas agrupan a modo de catalogo, una variedad de tipos de una misma época y que demuestran como la evolución formal de este tipo de armas, puede llegar a ser extremadamente problematica, aunque ello no obsta para que podamos encontrar paralelos, sobre todo cuando la podemos documentar con frecuencia en yacimientos arqueológicos, especialmente los funerarios.
Para su reconocimiento morfológico se han propuesto numerosas tipologías, que sirven principalmente para obtener una cronología cuando se compara el bloque de tipos presentes en un yacimiento con otro, pues el abanico de variantes es tan grande desde la Prehistoria a la Edad Media, que aisladamente sólo permiten distinguir épocas gracias a los materiales o a las decoraciones.
De las tipologías elaboradas por L. Caballero, (1974:67), A. Soler (1990: 145), A. B. de Hoffmeyer (1972) o F. Ardanaz (1990), la mas sencilla esla de A. Bruhn, pues resume los tipos en tres grandes grupos según las formas de las hojas -laurel, romboidal y piramidal-, esta investigadora no asignaba cronología específica para cada una de ellas, pero si apuntaba cuales eran dominantes en según que periodos y los posibles antecedentes, que en nuestro caso señalan al mundo tardorromano ejemplarizado por los ajuares de las necrópolis del Duero y
Cada uno de los seis tipos de Torrecillas de los Angeles necesitaría una descripción particular, que nos remitiría a cada uno de los tres grandes grupos mencionados, aunque entre sí mantendrían un perfil similar, singularizado por puntas triangulares muy alargadas, asociadas a enmangues tubulares, que se prolongan hacia un nervio central. De todas, sólo una descuella por su peculiar atributo, una pequeña barra o pieza rectangular dispuesta al terminar la punta de lanza en su unión con el vastago. Su funcionalidad ha sido estudiada en los ejemplares medievales, frecuentemente retratados en los beatos y códices de los siglos siglo X al XIII (Beato Morgan, Valcavado, Gerona, Urgell, Beato de Fernando I, Cantiga CLXXXV, etc), pareciendo un recurso por el que se trataría de impedir una excesiva penetración del arma, motivado por su uso a manera de estoque, lo mismo a pie que a caballo (A. Soler, 1985: 80).
W. Lynn (1973) señala su aparición en el s. VIII, una fecha alejada para lo que venimos observando en el mismo grabado, lo que añade mayor interés a esta excepcional losa, pues situaría el origen de estetipo de lanzas tan populares luego en la Alta Edad Media en época visigoda, siendo el grabado de Torrecillas, la mas antigua de las representaciones conocidas en la Península para éste tipo.
Hasta aquí el armamento defensivo de diseño naturalista recopilado a partir de los grabados alto extremeños; quedarían algunos ejemplares a los que por dudosos rechazamos, y entre los que contarían algunas puntas de flecha posiblemente representadas en Piedra Mora, con las que quedaría cubierto el equipo del guerrero hispano-visigodo, faltando los escudos, casos y lórigas, de los que tampoco se ha recuperado un sólo objeto en toda la Península Ibérica.
4. EL POBLAMIENTO.-
La identificación de los autores de estos grabados con el mundo hispano-visigodo, parecía despejar a nuestro juicio uno de los interrogantes que se planteaban sobre la ejecución de una parte de los grabados hurdanos, pero al mismo tiempo surgían otros nuevos referentes al poblamiento de esa etapa, que hasta la última síntesis sobre la comarca (A. Mª, Hernandez, 1994), constituía una parcela desconocida.
Ello nos obligó durante los años que dedicamos a la catalogación del arte rupestre en Extremadura, a desarrollar un trabajo paralelo de prospección (3) que a la postre alumbraría el panorama arqueológico de esta zona que pasaba por ser un rincón marginal de Extremadura.
Los hallazgos relacionados con el poblamiento se ciñeron principalmente a dos periodos que cabría desglosar en varios horizontes, de llevar a cabo una investigación intensivasobre cada uno de los yacimientos. En el primer grupo se integran once poblados con materiales de la Edad del Cobre que en algunos casos amparaban hallazgos de las célebres estelas antropomorfas y en el segundo grupo doce yacimientos tardorromano-visigodos.
De los últimos sorprendía su dispersión escalonada a lo largo de que hoy constituye, la carretera comarcal 512, principal arteria de comunicación de las Hurdes y de los valles de los ríos Hurdano y Ladrillar. En todos ellos, la elección del asentamiento, lo mismo a orillas de los cauces que en asperos cerros, nos hablan de una multiplicidad de aprovechamientos, entre los que la prospección minera debió de constituir uno de los principales acicates, como testimonian los filones abiertos de Casares, Cabezo y Ladrillar.
Esto si bien no demostraba que hubiera una relación directa entre los grabados de armas y los asentamientos, por lo menos servía para constatar que allí hubo, al menos desde el s. IV d. C., una población que hubiera podido ejecutarlos, mientras que otros momentos históricos sería preciso remontarnos a la Edad del Cobre para certificar la presencia de otros posibles autores. Esto no excluye que en el futuro nuevas prospecciones añadan al registro arqueológico nuevos pueblos, pero al menos, en la parte que nos interesa, proporciona una nueva prueba que añadir a nuestra hipótesis.

5. CONCLUSIONES.-
Explicar las razones que llevaron a grabar armas en las peñas hurdanas, encierra un problema mucho mas complejo.
Se ha dicho que el hechode que las armas constituyan uno de los elementos mas representativos de la iconografía hurdana, es sintomatico de cierto grado de belicosidad (Mª.C. Sevillano y J. Becares, 1997:78), fruto del caracter guerrero de estas comunidades y que el hecho de hallarse representadas en lugares que muchos autores consideran 'cultuales', da pie a entender que obedecen a unos motivos propiciatorios, y que por tanto las armas tendrían el caracter votivo del que aparecen revestidas en la Edad del Bronce, época en la que los hallazgos de espadas en corrientes fluviales se interpreta como una ofrenda, un manifestación de tipo ritual, ampliamente extendida por la geografía atlantica.
Esto si bien puede ser verdad, necesita de algunas matizaciones, teniendo en cuenta la revisión cronológica que hemos efectuado. En primer lugar la gramatica figurativa armamentística de las losas hurdanas, no se reducen a un par de iconos sino a la amplia ilustración del armamento ofensivo del guerrero tardorromano o visigodo (lanza, espada, scramasax, cuchillo..), probablemente el de una élite de guerreros que constituirían la base mas sólida del ejército. Si a ello unimos el alto valor económico de estas y su especificidad como elementos indicativos de un estatus social, lo que tendríamos sería una serie de objetos que fueron usados de algún modo como símbolos sociales de un pueblo o de una categoría social, tal y como ocurre con los ajuares personales depositados en las tumbas del periodo, de los que puede decirse que 'son el único arteque puede denominarse estrictamente visigodo' ((L.Caballero, 1987: 618).
Los datos e interpretaciones citadas apuntan por tanto a una sociedad en la que la posesión de armas según expresa J. Mª. Varela (1995:293), funciona como una muestra de poder que legitima directa o indirectamente la coerción bélica y reflejan de paso un grado de tensión intracomunitaria, que aplicada al espacio se formaliza en el acotamiento de un territorio, con hitos en los que se utiliza un lenguaje que proclama una ideología relacionada con la guerra.
La presencia de grabados en rocas situadas en lugares de paso, confluencias de ríos, divisorias de sierras, lugares con buena visibilidad y lugares de transito, sobre todo del reborde montañosos, resaltan su caracter liminal, finalidad que también ha sido detectada en espacios gallegos con grabados rupestres (M. Santos1998; M. Santos et alii1997), incluso mas antiguos que los hurdanos.
El colapso en la expansión y ocupación de tierras que parecen alcanzarse en Extremadura hacia el siglo IV d. C y que tendría en las Hurdes su ejemplo, podría encontrarse detras del fenómeno, aunque esto de momento constituye una hipótesis sobre la que habría aún que trabajar mucho.
La convivencia con grabados anteriores en un mismo panel nos hace pensar en la posibilidad de sincretización de un lugar que anteriormente ya tenía una importancia simbólica, por ello, aunque nosotros pongamos en relación los dibujos de armas con un modelo de hitación de paisaje, no excluye otras funcionalidades comola constitución de lugares de actividades especiales, como rituales de paso.
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NOTAS
(1)- Agradecemos desde estas paginas a D. Juan José Gómez Martín la comunicación de su hallazgo.
(2)- Esta espada fue descubierta por D. J. Núñez, quién nos la cedió junto a un fragmento de cuenco y tres anillas que formaban la totalidad del ajuar. Posteriormente abordamos su estudio junto a A. Bruhn de Hoffmeyer, pero el fallecimiento de esta investigadora, nos privó no sólo de ver alumbradas unas conclusiones, sino de la espada, que desapareció, cuando sus pertenencias fueron embaladas. Afortunadamente contamos con el resto del ajuar y unas fotografías que sirven para documentar este importante hallazgo.
(3)- Hemos contraído una deuda de gratitud, por la información que me prestaron y su grata compañía en los largos recorridos por los senderos jurdanos con Félix Barroso; Gonzalo Martín y Pedro Martín; desde estas paginas, nuestro reconocimiento.A ARTE RUPESTRE


'ANALISIS CONTEXTUAL DE LOS GRABADOS RUPESTRES AL
AIRE LIBRE EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: SIGNIFICADOS Y FUNCIONES'
Rodrigo de Balbín Behrmann y Primitiva Bueno Ramírez.

'LAS RELACIONES ENTRE LOS PETROGLIFOS GALLEGOS Y LOS DE LAS
ISLAS BRITANICAS'
Ramón Fabregas Valcarce e Richard Bradley.



Os Gravados Rupestres no 'Gorguillón' en Sabaxans (Mondariz; Pontevedra)
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Aproximación al significado. La funcionalidad y la cronología de la pintura rupestre esquematica en Extremadura
Hipólito Collado Giraldo

El parque natural de Monfrague. La mayor concentración de pintura rupestre esquematica en Extremadura.
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Philippe Hameau; Albert Painaud

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Espaciossimbólicos en la Cuenca Media del Yeltes (Salamanca)
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La pintura rupestre esquematica en el valle del Zújar (Badajoz)
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Grabados de figuras humanas en las Hurdes
Antonio Gonzalez Cordero

Armamento tardorromano-visigodo en los grabados hurdanos
Antonio Gonzalez Cordero

Petroglifos Pozo Ventura e Outeiro da Choqueira (Poio, Pontevedra): novas aportacións ó tema das relacións.
Miguel Anxo Sartal Lorenzo

La equitación en el grupo galaico de arte rupestre prehistórico
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Rock art, lines and landscape
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La Cueva del Porcelano: el clímax de los grandes murales subcalifornianos (México).
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