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La difusiónde la industrialización (c.1815- c.1913)



2. Índice
1 Introducción: tras los pasos de Albión
2 Los países seguidores
2.1 Bélgica, el primer seguidor
2.2 Francia, la excepción a las reglas
2.3 Alemania: un largo proceso de industrialización
2.4 La industrialización temprana fuera de Europa: Estados Unidos
3 Los atrasados en la industrialización
3.1 La periferia europea
3.2 El crecimiento económico en Rusia durante el siglo XIX
3.3 El atraso español
3.4 El pionero asiático: Japón
4 La industrialización y el triunfo del librecambio. La supremacía británica
5 El mundo tras la industrialización
4. Contenidos del tema
1.
Introducción. Tras los pasos de Albión
Durante muchos años, los estudios sobre la difusión de la industrialización se han dedicado a analizar las condiciones o requisitos previos (dotación de recursos, transformaciones agrarias, innovaciones científico-técnicas, institucionales, financieras, etc.) que debían cumplirse en cada país para alcanzar el estadio como nación industrial. Estas condiciones estaban relacionadas con los estadios que todo país, siguiendo el modelo británico, debía ir superando para lograr el despegue, o take-off, que llevaba al crecimiento sostenido, según la expresión de W. Rostow. Sin embargo, esta visión resultó doblemente fallida: no funcionaba para explicar los procesos de industrialización en los distintos países, y tampoco servía para extraer recetas para los países en desarrollo de nuestro tiempo.


Si en el capítulo anterior vimos cómo la Revolución industrial nació en Gran Bretaña, en ésteanalizaremos como los cambios llegaron a algunos países europeos, Estados Unidos y Japón. Por evidentes razones de espacio no se estudian todos los casos. Sólo los de aquellos países más importantes o más significativos por una u otra causa.
Conviene recordar la distinción entre:
• revolución industrial: como fenómeno único, que se dio en ciertas zonas de Gran Bretaña a partir del siglo XVIII, de paso a una economía basada en combustibles fósiles y las máquinas.
• Industrialización: como proceso de difusión de estas innovaciones a otras regiones o países, a través de la imitación/adaptación, que resultan en cambios estructurales del mismo tipo que en Gran Bretaña.
En este sentido, parece claro que los “imitadores” de la revolución industrial británica podrían tener algunas ventajas, empezando por la posibilidad de importar las máquinas e innovaciones, aprovechar la cualificación de sus técnicos pero también aprender de sus errores. Alexander Gerschenkron desarrolló una interpretación sobre la industrialización tardía que señalaba que el atraso económico podía ser en ciertas circunstancias una ventaja, que acortaría la duración y reduciría los costes de la industrialización a través de varios mecanismos:
• adoptando las técnicas más novedosas de los países avanzados, ahorrándose los costes de las soluciones técnicas intermedias (un ejemplo actual es el de los países en desarrollo que carecían de buenas redes de telefonía fija, pero que no tendrán que construirlas, al ser más baratas las de telefonía móvil);
• estableciendo de entrada unidades productivas más grandes con lasconsiguientes economías de escala;
• gracias a una intervención más activa del Estado o la banca, una vez conocido el camino a seguir.
De hecho, según Gerschenkron debería haber una pauta muy distinta entre los primeros países industrializados y los más rezagados. Lo cierto es que una y otra vez, los análisis se encuentran con pocos factores comunes, menos requisitos imprescindibles, muy pocas recetas para la industrialización y muchas excepciones a casi cualquier regla que se detecte. Francia, como veremos, es la principal, pero ni mucho menos la única.
El primer apartado del tema se refiere a los tres casos de industrialización de los seguidores europeos (Bélgica, Francia y Alemania) y también se analizan los rasgos principales de la industrialización de los Estados Unidos. A continuación observaremos las condiciones de los países rezagados en la industrialización y las diferentes pautas en cuanto a resultados, distinguiendo los países nórdicos de los mediterráneos, con el caso español como ejemplo. Veremos también con detalle el caso ruso, como ejemplo de la industrialización en el este europeo, para concluir con la industrialización de Japón.
2. Los países seguidores
2.1 Bélgica, el primer seguidor
Tradicionalmente se ha considerado a Bélgica como el alumno aventajado de Gran Bretaña en la difusión de la industrialización. Sus pautas de crecimiento en los sectores modernos -principalmente siderurgia-, la transformación del sector agrario y de los transportes y su apertura comercial guardan muchas similitudes con el modelo inglés. Pero también presentaba grandes diferencias,como el papel que desempeñó el Estado en el proceso (mucho más activo que en Gran Bretaña), o la evolución del territorio como entidad política hasta su independencia en 1830.
La modernización de la economía en los territorios belgas era un hecho en las últimas décadas del siglo XVIII. La producción de carbón mineral en la zona de Chaleroi, la de textil de algodón en Gante o de lana en Verviers estaban adoptando rápidamente las innovaciones británicas. Uno de los técnicos más famosos que llegó de Gran Bretaña fue William Cockerill, que fabricó maquinaria textil en Verviers y posteriormente, desde 1807, en Lieja. Sin embargo, el otro gran sector, el del lino, se encontraba vinculado a la tradición protoindustrial, sobre todo en la zona de Flandes, cuya producción se generaba en el medio rural a pequeña escala, y se quedó estancado (ver capítulo 5.3).
Por entonces, Bélgica no era un país independiente: hasta 1795 fue un conglomerado de territorios con muchas herencias feudales. Entre 1795 y 1815 quedó incorporado a Francia, lo que le permitió beneficiarse de las transformaciones introducidas por legislación revolucionaria y napoleónica, y de paso del bloqueo continental (el intento de Napoleón de aislar económicamente a Inglaterra, que favoreció a quienes competían con los productores ingleses). Entre 1815 y 1830 pasó a formar parte del reino de los Países Bajos, hasta la independencia definitiva en 1830. De este modo, la demanda creciente de los mercados exteriores permitió una primera fase de crecimiento a finales del XVIII, que se truncó tras 1815 y sobre todo en 1830, perdiendolos mercados exteriores que había tenido bajo la soberanía francesa y posteriormente holandesa.
Rápidamente, el crecimiento belga se apoyó en la producción de bienes intermedios asociados al rápido crecimiento de la siderurgia. Los altos hornos introdujeron las técnicas de pudelado y laminado, así como las máquinas de vapor. Las ricas cuencas de carbón mineral suministraron combustible barato a los centros siderúrgicos enclavados en la zona de Chaleroi, donde funcionaban los altos hornos con coque desde los años 20, así como en la región de Lieja, donde John Cockerill, hijo de William, instala un gran centro siderúrgico y de construcción de maquinaria en Seraing, con más de 3.000 trabajadores. Allí se construye la primera locomotora del continente en 1835, sólo 10 años después de la de Stephenson.
Las transformaciones institucionales y la iniciativa del Estado desempeñaron un importante papel en el modelo belga. En primer lugar permitieron la reestructuración del sector agrario, al desamortizar y privatizar las propiedades de la Iglesia y de las tierras comunales. De un paisaje de multitud pequeñas parcelas campesinas explotadas intensivamente, se pasó al predominio de grandes explotaciones agrarias con mano de obra jornalera. Como resultado el sector agrario liberó de mano de obra para las nuevas industrias urbanas.
Bajo la dominación francesa también se abolieron definitivamente las reglamentaciones gremiales. Así comenzaron a formarse empresas de base familiar y comanditaria, pero también se permitieron las sociedades por acciones. El Estado intervino decisivamente en lainversión directa en la industria a través de la creación de la Société Génerale, sociedad bancaria fundada en la década de 1820, pero que se consolidó tras la independencia como la punta de lanza de las iniciativas en la industrialización. Uno de los principales destinos de la inversión fue la mejora de las infraestructuras, en canales navegables y sobre todo el ferrocarril, que cobró un primer impulso entre 1834 y 1843 de la mano de la iniciativa pública, dotando a Bélgica de la red más densa del continente. Otro banco público que también intervino en inversiones industriales fue la Banque de Belgique (1835).
El crecimiento industrial de Bélgica no puede entenderse sin su orientación a los mercados exteriores. La pequeña dimensión del país, a pesar de la gran densidad de población, limitaba su crecimiento. Pero su favorable situación geográfica le permitía acceder a los principales mercados europeos. Por ello desde un principio optó por una política librecambista con sus vecinos, que le llevó a firmar acuerdos con Francia y el Zollverein en la década de 1840. Su crecimiento también está muy vinculado a la llegada de técnicos y trabajadores británicos, que habían aplicado las nuevas máquinas en los centros industriales, así como las inversiones francesas en empresas mineras.
2.2 Francia, la excepción a las reglas
El modelo francés ha sido una anomalía a la hora de aplicar las pautas seguidas por la industrialización anglosajona. Por una parte, su ritmo de crecimiento nunca fue muy rápido, ni tuvo sectores directores o piloto tan claramente definidos como Gran Bretaña. Representapara muchos historiadores una vía alternativa que llega prácticamente a los mismos resultados desde el punto de vista del producto per cápita, y con ventajas en términos de bienestar social.
En primer lugar resalta, a diferencia del caso inglés, el lento crecimiento demográfico durante todo el siglo, con tasas de natalidad muy inferiores a las británicas. Entre 1800 y 1913, Francia pasa de 30 a 41 millones de habitantes, es decir apenas un 30% más en tanto que Inglaterra había cuadruplicado su población (de 9 a 36,5 millones). El lento crecimeinto de la población está relacionado con el modelo agrario, que consolidó unas estructuras de propiedad muy repartida, donde la falta de capital para aumentar la productividad limitaba el tamaño de las familias, lo que impedía liberar mano de obra para otros sectores. Además, la urbanización fue relativamente baja a lo largo de todo el siglo; Francia siguió siendo una sociedad mayoritariamente rural, rasgo característico de su crecimiento. En 1851 el 65% de la población activa trabajaba en el sector primario, frente al 22% en Gran Bretaña, y todavía en 1906 era más de un 40%. El bajo crecimiento demográfico condujo a un elevado nivel de empleo, que se tradujo en una progresiva incorporación de la mujer al trabajo en el curso del siglo XIX.
El peso rural de la economía francesa deriva en buena medida de la evolución de las estructuras agrarias desde fines del siglo XVIII y sobre todo de las transformaciones que tuvieron lugar con la Revolución de 1789. Con la abolición de los derechos feudales, los antiguos explotadores directos(arrendatarios o colonos) de la tierra se convirtieron en propietarios. Aunque había grandes variedades regionales, con grandes explotaciones en zonas del norte, en general se consolidó una estructura en la que dominaban las explotaciones de pequeña y mediana dimensión, cultivadas por los campesinos propietarios (mapa 1). Carecían de recursos suficientes para introducir nuevos métodos de cultivo, por lo que crecimiento de la productividad fue muy pobre (ver tabla 2 en su comparación con Inglaterra). Sin embargo, la agricultura francesa mantuvo hasta la década de 1860 una relativa prosperidad gracias a los precios altos que garantizaban por la política proteccionista.
Un tercer factor importante es la dotación de recursos energéticos. En Francia, la producción de carbón mineral resultará insuficiente para las necesidades interiores, y sus costes de extracción y transporte eran mucho mayores que en Inglaterra o Bélgica. Existen algunas cuencas carboníferas importantes -Pas de Calais, Normandía- que se explotan desde el siglo XVIII, pero el consumo de energía durante las primeras fases está vinculado a recursos tradicionales, como el carbón vegetal o la energía hidráulica. El aumento de la producción industrial incrementó las necesidades de carbón mineral importado, que suponía entre el 25 y 45% del total consumido, que siguió siendo bastante inferior a Bélgica o Gran Bretaña (tabla 1).
La cuarta característica de la evolución industrial francesa es la ausencia de un sector claramente líder o rector de la industrialización. En Francia primaban las industrias de bienes de consumo, ydestacaba el textil. El textil de algodón crece notablemente ya a fines del siglo XVIII, por encima del resto de los sectores. Los centros más importantes se encontraban en Alsacia (Mulhouse), donde la hilatura se apoyaba en máquinas movidas por fuerza hidráulica, y también en Normandía. Al abrirse los mercados exteriores en la década de 1860 no pudo hacer frente a la competencia y se estancó. Sin embargo, el sector más dinámico fue el de la seda, apoyado en innovaciones técnicas que resultaron decisivas para conquistar mercados exteriores. Las exportaciones de seda se convirtieron en el primer renglón por ingresos en el sector exterior. En la siderurgia, la industrialización francesa tiene, además de los problemas asociados con la dotación de carbón mineral, unos rasgos marcados por la dispersión geográfica y la pequeña dimensión de las instalaciones. Las instalaciones de Le Creusot, que a fines del siglo XVIII habían incorporado altos hornos que consumían carbón mineral, eran una isla en el mapa de la siderurgia francesa, dominadas por las forjas y hornos que utilizan carbón vegetal como combustible.
En cuanto a los ritmos del crecimiento, son lentos en la primera mitad del siglo, tanto en la industria como en la agricultura. Sin embargo, a partir de la década de 1850 se produce un cambio de ritmo, con tres etapas marcadas: una primera de expansión hasta 1870, una segunda de crisis y transformación hasta 1890 aproximadamente y por fin una fase de rápida innovación y crecimiento hasta la primera guerra mundial.
1850-1870: esta fase comienza un periodo de crecimiento agrario, basadotanto a la extensión del área de cultivo -por reducción del barbecho- como en la especialización, con el aumento de las explotaciones que combinan el cultivo de cereal y plantas forrajeras para el ganado, la expansión del viñedo, la remolacha azucarera o las plantaciones de moreras. Parte de los cultivos se orienta hacia los mercados, con la consiguiente mejora de las rentas que impulsa la demanda.
La expansión de ferrocarril (una red que alcanza 15.500 km en 1870) tiene efectos de arrastre sobre sectores diversos y de articulación e integración de las distintas regiones. Estas mejoras de las infraestructuras, con una participación parcial del Estado, repercuten en el sector industrial, con tienen un papel preponderante del sector de bienes de producción. El crecimiento de la red ferroviaria alimenta la demanda de productos siderúrgicos -el convertidor Bessemer se introduce en 1858—y la fabricación de locomotoras. La demanda interior tira de las manufacturas, con un fuerte crecimiento en el algodón. También se observa en esta fase una importante mejora de las tasas de inversión industrial, debido también a la implicación del sector financiero. Destaca la actividad del Crédit Mobilier, fundado en 1852 por los hermanos Pereire, un banco de negocios entre cuyos principales objetivos figuran las inversiones a largo plazo, especialmente en ferrocarriles o en el extranjero. No obstante, el grueso de la financiación sigue dependiendo en buena medida de la reinversión de los beneficios de las empresas. La legislación es aún muy restrictiva para la expansión de sociedades anónimas.
Losritmos de crecimiento obedecen a modelos regionales muy desiguales, con un fuerte dualismo entre las regiones dotadas de recursos (sobre todo carbón) y que inician una temprana modernización en el Norte o Alsacia, frente a las regiones del Oeste y el Sur, dominadas todavía por técnicas tradicionales de producción y un peso abrumador del sector agrario. En cualquier caso, no quiere decir que la productividad de la industria, en su conjunto, fuera baja, y según algunos autores podría ser superior a la británica (tabla 2).
Pero el cambio más importante de la segunda mitad del siglo se opera en el comercio exterior, con una orientación hacia el librecambio tras la firma del acuerdo con Gran Bretaña en 1860. El llamado tratado Cobden-Chevalier rebajaba los aranceles de las manufacturas inglesas, principalmente textiles, así como de la hulla y el hierro; Inglaterra por su parte recibiría sin tasas artículos de seda, moda, frutas y otros productos; y rebajaría los aranceles de los vinos franceses. Además se aplicaría la cláusula de nación más favorecida, que estipulaba que un acuerdo más favorable de uno de los firmantes con un país tercero se aplicaría automáticamente en el otro. Tratados similares se firmaron en los años siguientes con Bélgica, el Zollverein, Suiza, España, Países Bajos y Portugal. Los efectos fueron inmediatos, ya que el comercio exterior, que representaba el 29% del producto bruto en 1860 pasó al 41% en 1870 y la balanza comercial casi siempre fue excedentaria entre 1851 y 1876.
1870-1890: Esta fase está marcada por los efectos de la guerra francoprusiana (1870-1871)que acaba con la derrota francesa y la pérdida de Alsacia y Lorena, dos de los polos industriales más avanzados que se incorporan a Alemania, junto con el pago de una cuantiosa indemnización. A esto se suman los efectos de la depresión de 1873 y de la liberalización arancelaria, con un descenso en el ritmo de crecimiento económico y la acentuación de problemas en el sector agrario (plagas en los gusanos de seda, importaciones de cereales de ultramar, crisis de la filoxera en el viñedo), que se traduce en la merma de la renta de muchos pequeños agricultores. Esta situación frena aún más el crecimiento demográfico. Así, a la atonía resultante en la demanda interna se suma otro problema grave de la industria: la escasez y los altos costes del carbón, importado casi en un tercio del consumo. El capital se dirigía más hacia el exterior que al fomento de la industria interna. Un efecto compensador, sin embargo, vendrá de la mano de los planes del Estado en obras públicas (plan Freycinet de 1879), que supone un aumento del gasto público y frena la caída de la demanda industrial, al estimular la construcción de nuevas vías férreas.
1890-1914: El panorama se transforma en las dos décadas anteriores a la Primera Guerra Mundial, cuando la vuelta al proteccionismo a partir del arancel Méline (1892) ayuda a recobrar parte del vigor del sector agrario y del mundo rural, donde todavía habita la mitad de la población. Esta nueva fase, aun contando con los problemas estructurales como el elevado coste energético, está caracterizada por el crecimiento de los nuevos sectores de la denominada segundarevolución industrial (tema 8), con una fuerte componente de innovación, como el eléctrico, químico o la automoción. El desarrollo de la energía hidroeléctrica permite alterar el mapa de localización industrial, con la posibilidad de llevar la nueva energía a grandes distancias. Aunque hay progresos en la concentración fabril no se puede olvidar que buena parte de la producción sigue ligada a empresas de menos de 10 trabajadores.
A pesar del rebrote del proteccionismo, durante este periodo se observa una mayor integración en la economía internacional, con un sensible aumento del comercio exterior. Es sintomática la intensificación de las relaciones franco-británicas, donde Francia consigue un excedente comercial derivado de las exportaciones de manufacturas y productos orientados a una demanda de calidad, mientras que Gran Bretaña exporta materias primas (principalmente carbón) y bienes semiacabados.


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